Origen de los sistemas de diseño para los Juegos Olímpicos
Volver a inicioA comienzos de la década de 1950 nacieron los sistemas de identificación visual, programas de diseño con los que unificar las diversas comunicaciones de una organización bajo un sistema coherente que permitiera proyectar una imagen unificada. Organizaciones como Olivetti Corporation, empresa italiana de máquinas de escribir y para empresas, o la Columbia Broadcasting System (CBS), cadena de televisión estadounidense, son algunos ejemplos de esta práctica pionera que, durante las décadas de 1950 y 1960, alcanzaría su mayoría de edad gracias a los trabajos de diseñadores estadounidenses, como Paul Rand, Bell y Bass, y empresas de diseño como Lippincott & Margules Y Chermayeff & Geismar.
El concepto de sistema de diseño global era ya una realidad a finales de la década de 1960, y los organizadores de eventos internacionales como exposiciones universales o los juegos olímpicos, tomaron conciencia, no solo de la funcionalidad y la conveniencia, sino también de la necesidad de planificar una comunicación que debía llegar a un público internacional y plurilingüe. En este sentido, los Juegos Olímpicos celebrados en México (1968), Múnich (1972) y Los Ángeles (1984) supusieron un hito en la evolución de los sistemas gráficos.
México 1968, el primer gran sistema visual para eventos deportivos
El arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez presidió el comité organizador de los XIX Juegos Olímpicos, órgano responsable de definir la idea base que debía guiar el proyecto: la unión de la juventud a través de la comprensión. Para ello, Vázquez contó con la colaboración del estadounidense Lance Wyman como director de diseño gráfico y del británico Peter Murdoch como responsable de productos especiales. Wyman encontró en «el uso de líneas repetidas para crear motivos y el uso de matices brillantes», la base para una gráfica nacida de la cultura azteca y el arte popular mexicano, pero con proyección internacional.
La creación del logotipo, en el que los cinco anillos olímpicos se superponen al número 68 en combinación con la palabra México, supone la base para el posterior desarrollo del programa visual. Con el patrón de rayas repetidas aplicado al ámbito tipográfico y el empleo de tonos de color puros Wyman consiguió integrar piezas tan dispares como pictogramas, productos editoriales, títulos de crédito para audiovisuales o señalética urbana modular en la que las señales orientativas e identificativas convivían con símbolos de objetos como teléfonos buzones o surtidores. Un completo sistema de diseño de alta eficacia del que el New York Times llegó a decir: «Aunque sea analfabeto en cualquier idioma, podrá desenvolverse en su entorno, mientras no sea daltónico».
Múnich 1972, la racionalidad al servicio de la pulcritud gráfica
El plan global de diseño para los XX Juegos Olímpicos fue dirigido por Otl Aicher, figura capital en la historia del diseño y uno de los desarrolladores de la metodología empleada en la Hochschule für Gestaltung (HfG) de Ulm. Según la metodología de Ulm, un programa de identidad integral debe incluir 1/ construcción reticular del pictograma y la tipografía. Criterios gráficos y tipográficos, colores y formatos. 2/ calidad de los materiales, estilo de las fotografías, y 3/ sistemática de exposiciones, envases y embalajes, señalización exterior e interior, vestuario y uniformes. Dicho y hecho.
Aicher y su equipo desarrollaron una manual de identificación en el normativizaron todo un sistema de comunicación a partir de reglas tipográficas, paleta cromática y retícula para publicaciones. Asimismo, desarrollaron una amplia serie de pictogramas que repercutieron a nivel global en la señalización de aeropuertos y grandes superficies, y cuya influencia llega hasta la actualidad. Pictogramas geométricos que sirven como contrapunto a las fotografías altamente contrastadas que se emplearon en las publicaciones del evento y en una serie de veintidós carteles conmemorativos que ilustraban los principales deportes y que, hoy en día, continúan suponiendo objetos de coleccionismo altamente cotizados.
Los Ángeles 1984, el equilibrio entre coherencia y flexibilidad
Los XXIII Juegos Olímpicos de los Ángeles se construyeron sobre una red de instalaciones preexistentes que difuminaron la celebración a lo largo de una ciudad de crecimiento descontrolado en aquel entonces. El reto del comité organizador consistió en la unificación temporal de múltiples espacios alejados entre sí con el objetivo de generar un ambiente unitario. Para ello, se recurrió a los servicios de la empresa de arquitectura Jerde Partnership y al estudio de diseño gráfico y medioambiental Sussan/Prezja & Co para que actuaran como punta de lanza de un programa en el que colaboraron más de setenta empresas diseño.
A nivel gráfico, Deborah Sussan tomó las formas básicas de las barras y estrellas de la bandera nacional, y las armonizó con una paleta de once tonos jerárquicamente ordenados en una pirámide cromática. Establecidos los elementos principales, se confeccionó una guía desplegable de diseño en la que se incluyeron las directrices para combinar los elementos de forma coherente. El resultado fue una explosión de color y formas básicas que permitió la identificación inmediata del evento en todos sus niveles de comunicación, desde la papelería a las grandes estructuras totémicas que se fabricaron a las puertas de los estadios. Un ejemplo impecable de la máxima que ha de cumplir un buen sistema de identidad: la adecuación no forzada entre coherencia y flexibilidad.
Para saber más:
Meggs, P. y Purvi, A. (2015). Cap 20. La identidad corporativa y los sistemas visuales. En Historia del diseño gráfico (399-423). RM Verlag, S.L.